"Un texto sin contexto, es el mejor pretexto para no entender el texto"

(un pensador)

lunes, 11 de enero de 2010

Hoy pídele a Dios que sane la confianza en ti mismo

Me he quedado muy metido en torno a las meditaciones del P. Jamut así que continuo con hacienda referencia a su escrito de “Frases inspiradoras” que continúan envolviendome en ellas y despertando mi espíritu, hoy me encuentro con la reflexión número 9 que dice así:

Día 9
Hoy pídele a Dios que sane la confianza en ti mismo

“Si Dios confía en ti y cree que puedes ser transformado y crecer en santidad… ¿por qué entonces tú no le crees?”

Juan 1, 50: “¿Porque te he dicho que te vi debajo de la higuera cre
es? Cosas mayores que estas verás”


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Si Dios confía en ti y cree que puedes ser transformado y crecer en santidad

Tal como había puesto en una reflexión anterior, por la fe creemos en Dios pero personalmente tu y yo ¿Le creemos a Dios? sus obras, su plan magnifico de salvación es por ti, por mi y por todos.
Ciertamente Dios al principio cuando el espíritu de Dios revoloteaba sobre las aguas, según dice el texto bíblico de la creación en el libro del Génesis, comenzó a crear todo y ponerle un orden perfecto a todas las cosas visibles e invisibles y finalmente creó al Hombre a su imagen y semejanza, varón y mujer los creo… pero ¿Por qué? ¿Acaso Dios tenía miedo de estar solo?
Esa respuesta podemos encontrarla tan simplemente en lo siguiente: según el Evangelio Dios es Amor y solamente las cosas que hace, como en este caso todo lo creado, mucho más el hombre, fueron creados por sobre abundancia de Amor. Es que nunca vamos a comprender lo sublime del amor de padre o de una madre por sus hijos. Muchas veces el Amor de Dios ha sido comparado con el Amor de nuestros padres.
Hay un texto bíblico que dice lo siguiente: "¿Acaso puede olvidarse la mujer de su niño sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvidara, yo nunca me olvidaré de ti" (Is 49, 15). Así es el Amor de Dios aun que tu y yo nos alejemos siempre de su Amor él está allí siempre esperándonos con el mismo amor de siempre con el mismo ocena de su misericordia para perdonarnos en todo momento. Por eso dice el salmo Señor un corazón contricto y humillado tu nunca lo desprecias.
Gracias Jesús por que siempre a pesar de que caigamos mil veces y si mil veces nos levantamos, mil veces nos perdonas y nos cubres en todo momento de tu Amor. Gracias por que aunque la gente haya dejado de apostar por nosotros tu siempre sigues apostando por nosotros, tu siempre esperas que entreguemos lo mejor de nosotros aun sea muy poco. Gracias por el sacramento de la reconciliación que nos pone en paz con Dios, nos llena de gracias y nos abre caminos para el combate espiritual.
Ahora quiero terminar esta parte de la reflexión haciendo referencia a algo que siempre tengo presente cuando no estoy en gracia: el Evangelio de la Pasión del Señor narra el momento en que uno de los dos ladrones que estaba a su lado le increpo a Jesús y le dijo: “Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros” otro de los ladrones fuertemente reprendió a este y le dijo: “¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación?”
Ciertamente hay una diferencia muy grande entre estos dos sujetos, aunque a la vez son tan similares puesto que ambos estaban crucificados y no precisamente porque eran buenas personas durante buena parte de su vida habían cometido muchas iniquidades y en ese momento estaban pagando el precio de sus faltas. Pero la diferencia es que una de ellos aun en ese momento es muy soberbio y arrogante y el otro es muy dócil y seguramente ha reconocido su falta o más bien ha reconocido que a su lado estaba quien podía darle vida eterna.

¿Por qué entonces tú no le crees?

La santidad está al alcance de todos solo hay que decidirse a buscarla es por ello que tenemos mucho medios, los 10 mandamientos, los sacramentos, las obras de caridad y mucho más las enseñanzas de la propia Madre Iglesia.

Hay algo que todavía no me explico… como es que si Dios apuesta a pesar de todo por nosotros en todo momento, a pesar de que lo vendamos y lo cambiemos por placeres ¿Cómo es que no creemos en sus obras, su vida y sus palabras? ¿Cómo es que no le creemos a Dios? Que nos ama tanto, que hace tanto por nosotros, que nos envió a su único Hijo para abrirnos las puertas del cielo. Cualquiera diría que a veces nos pasamos de tontos al no aprovechar tantas gracias y que aun mandándonos a su Hijo mismo, muchos no creyeron.

Termino con lo de los ladrones en el día la pasión del Señor. Después de que el ladrón reprendió al otro por su falta de sensatez este dijo:”Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo.” Ciertamente este ladrón que la tradición le ha llamado “El Buen Ladrón” era muy honesto y prácticamente en ese momento estaba confesando su falta frente al mismo Dios y reconociendo su inocencia de Jesús. Claro que no hizo ningún mal y seguramente el único “mal” de que sería culpable es de Amarnos tanto. Allí estaba los cojos andaban, los ciegos miraban, los tullidos se levantaban eso y muchos otras cosas seguramente este ladrón las escucho en algún momento mientras cometía sus fechorías.

Astutamente en ese momento el “Buen ladrón” le dijo a Jesús: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.” Y el Señor con tanto Amor le respondió:”De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” En ese momento este ladrón compro su pase directamente al cielo mientras el otro ladrón ya había firmado su condena.

Gracias Señor por que el primer Santo de nuestra Iglesia no fue un sujeto perfecto, no fue la mejor persona en su vida, simplemente con corazón contricto y humillado en el último momento se arrepintió y tú le abriste las puertas del cielo. Con eso nos diste prueba que un corazón arrepentido tu nunca lo desprecias. Que como dice el salmo: tan lejos como está el cielo de la tierra, tan lejos como está el este del oeste así alejas de nosotros nuestras culpas. Que eres misericordioso tan bueno y compasivo como un padre para con sus hijos.

Nunca olvides no hay pecado tan grande que la misericordia de Dios no pueda ahogar en sus aguas. No hay falta imposible de perdonar para Dios siempre que estemos arrepentidos de corazón

Un día Jesús estaba predicando y cuando termino de hablarle a la gente le dijo a Pedro lleva tu barca hacia dentro que vamos a pescar, respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red.
Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía.
Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían.
Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo:
Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.

Pedro tampoco terminaba de creer en Jesús, pero Jesús nunca dejo de creer en él. ¡Piénsalo!

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